Cuando empezaron a aumentar los casos de COVID-19 en todo el mundo, los expertos se dieron cuenta de que el virus era especialmente peligroso para las personas con enfermedades cardíacas y afecciones relacionadas, especialmente la presión arterial elevada. Casi la mitad de todos los adultos en EE. UU. (103 millones de personas) tienen presión arterial elevada, también conocida como “hipertensión”.
Lo más preocupante es que solo 1 de cada 4 adultos tiene la presión arterial bajo control. La presión arterial que no está bien controlada puede provocar complicaciones graves, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. A medida que continuaban los picos de COVID-19, surgió una nueva preocupación. Las personas con presión arterial elevada pueden correr el riesgo de complicaciones más graves por el coronavirus, incluida la muerte.
Posible relación entre la regulación de la presión arterial y la COVID-19
“Los primeros informes de las zonas del mundo más afectadas por la COVID-19 mostraban tasas de morbilidad y mortalidad más altas en pacientes con afecciones como hipertensión, arteriopatía coronaria, diabetes y obesidad”, dice el Dr. Steven Rough, cardiólogo afiliado al Sharp Chula Vista Medical Center. “Lo que se descubrió es que la COVID infecta las células que ayudan a regular la presión arterial, lo que sugiere una posible relación entre la hipertensión y la infección grave por COVID. Se necesitan más estudios para determinar si hay, en efecto, una relación de causa y efecto”.
Si bien la relación entre la hipertensión y las complicaciones graves aún no está completamente clara, lo que está claro es que mantener la presión arterial bajo control es extremadamente importante.
La otra implicación peligrosa de la COVID-19 es que ha mantenido a muchos pacientes alejados de los hospitales y salas de emergencia locales debido al miedo de contagiarse el coronavirus. Los hospitales de todo el país informan menos visitas por necesidades médicas urgentes, y algunos expertos creen que esto no se debe a que los pacientes tengan menos afecciones, sino a que evitan o retrasan la búsqueda de tratamiento.
En el condado de San Diego, se informaron de 20 a 40 ataques cardíacos menos por mes desde que comenzó la pandemia de COVID-19, así como una disminución del 70 % en las llamadas al sistema de servicios médicos de emergencia (SME). Dado que la presión arterial elevada es un factor de riesgo para afecciones graves como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares e insuficiencia cardíaca, es importante que los pacientes hagan todo lo posible para mantenerla bajo control a pesar de la pandemia.
La medición de la presión arterial incluye dos números: sistólica (número superior) y diastólica (número inferior). Se considera que las personas con una presión sistólica superior a 130 o diastólica superior a 80 (una lectura de más de 130/80 mmHg) tienen hipertensión. Los pacientes con presión arterial elevada extrema, una lectura de 180/120 mmHg o superior, deben buscar atención médica de inmediato. Cualquier persona con una lectura de 180/120 mmHg o superior que también experimente dolor de pecho, falta de aire o cambios en la vista o el habla debe llamar al 911.
“Tener presión arterial elevada puede provocar complicaciones graves como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardíaca y formación de aneurismas”, dice el Dr. Rough. “Sin embargo, hay mucho que se puede hacer para la prevención. Lo mejor que puedo decirles a mis pacientes con presión arterial elevada durante esta pandemia es comer lo más saludable posible, hacerse tiempo para hacer ejercicio, estar al día con las citas con el médico y nunca retrasar la visita a la sala de emergencias por una necesidad médica grave. Ya hemos dado y seguimos dando muchos pasos para que la sala de emergencias y el hospital sean seguros para los pacientes que vengan”.
Adaptado de Sharp Health News